Hemos visitado una granja-escuela: había pollitos, dos caballos y un potrillo. También había un gatito que maullaba porque tenía hambre. Yo le iba a dar un trozo de mi bocadillo y un trocito de rosquilla. El granjero le llevó su comida y la engulló enseguida, ¡debía estar hambriento! Para ver los conejitos, tuvimos que estar muy callados, porque se asustan enseguida. No se oía ni un murmullo.
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